Con la cantidad de papel de film que se ha fabricado desde la Segunda Guerra Mundial se podría envolver el planeta. El plástico es el material más usado en el siglo XXI y se espera que esta producción continúe en ascenso a finales de siglo. La cifra total de plásticos producidos a escala mundial alcanzará los 30.000 millones en 2100 según señala un estudio publicado en la revista Anthropocene, con un impacto catastrófico para el planeta por las sustancias químicas tóxicas que desprende este tipo de material, difícilmente biogradables y de un solo uso.
Bolsas de supermercado, bastoncillos
para los oídos, discos, filtros de cigarrillos están llegando incluso al suelo
del océano y a islas remotas. A veces, se entierran en vertederos y, otras, los
trozos más grandes se deshacen en trozos más pequeños que contaminan el mar, anidan
en los animales e incluso se traspasan a la cadena alimentaria. El último
estudio de la universidad de Heriot-Watt señala que en cada comida ingerimos alrededor de
114 microfibras de plástico.
Ante esta situación, la Comisión Europea se ha marcado un objetivo alto: que en 2030, el 100% de los envases de plásticos sean reutilizables o reciclables. De acuerdo con esta pretensión, el pasado 10 de abril, el Congreso de los Diputados aprobó la proposición no de ley que instaba al Gobierno a implementar medidas legislativas para prohibir, de forma progresiva, los platos, vasos, cubiertos y otros utensilios de plástico a partir de 2020 y sugería que “estos productos deberán ser fabricados al menos en un 50% con sustancias biodegradables procedentes de materias orgánicas, como el almidón o la fécula de patata, y a partir del 2025, en al menos el 60%”.
En España, cada persona utiliza 3,5
productos de este tipo, según los datos de la asociación Seas at Risk: un total de 1.293
artículos de plástico al año. ¿Es posible, entonces, cambiar nuestro estilo de
vida de forma tan radical? Probablemente. La Comunitat Valenciana ha tomado la delantera y ha
impulsado del Plan
Integral de Residuos (PIR) en el que se prevé prohibir las cápsulas de café
monodosis de un solo uso, las maquinillas de afeitar desechables y los
cartuchos y tóneres de impresoras que no sean reciclables.