La energía renovable es nuestra aliada en la lucha contra el cambio climático. Y la Unión Europea puede ser el mecanismo idóneo para liderar esta batalla puesto que puede tener influencia para aplicar medidas más allá de un país y afrontar así lo que es una problemática grave a escala mundial.
Tras revisar la legislativa europea y con el propósito de cumplir los Acuerdos de París, representantes del Parlamento Europeo, el Consejo y la Unión Europea han fijado una nueva tasa para utilizar energías más limpias: la tasa de energía renovable deberá de ser del 32% a partir del 2030. Este pacto supone un 10% más del objetivo de renovables que se fijaban para 2020 y duplica la cuota de energía solar, hidráulica, eólica y la biomasa que establecía la Unión Europea para 2017. No obstante, diferentes organizaciones ecologistas consideran que la cuota de renovables debería ser de entre el 40 y el 45% para lograr conseguir los objetivos de reducción de emisiones fijados en París.
Otro de los aspectos clave -y
esencial para las ciudades- es la tasa de energía renovable en el sector del
transporte, encaminada a facilitar la transición del vehículo eléctrico y
formas de transporte público más sostenible. Para 2030, han estipulado una tasa
del 14% de energía renovable para este sector. El pacto también ha
previsto eliminar gradualmente el uso del aceite de palma como biodiésel en 2030, que deberá erradicarse de forma total, un gran paso que ha sido muy bien
recibido por las organizaciones ecologistas.
Además, la UE ha desechado la
idea de algunos de los Estados miembros de aplicar un canon que, en países como
España, se cobra a los productores por consumir la energía que ellos mismos generan
hasta, por lo menos, 2026.