Un estudio de la consultora Arthur D. Little sobre 15 de las ciudades más grandes de España demostró que, con políticas locales adecuadas y sin grandes reformas en las viviendas, las ciudades españolas podrían lograr un ahorro anual de 3,3 mil millones de euros, una reducción de 18,8 millones de toneladas de emisiones de CO2 y una caída del 25% en la cantidad de partículas en suspensión en el aire. En la actualidad, en España, los habitantes urbanos representan el 43% del consumo total de energía, que se emplea principalmente en calefacción y refrigeración y en mantener las luces encendidas. Las empresas y el sector de servicios, consumen el 31% de la energía total, lo que incluye desde los minoristas, hasta la atención sanitaria. El 26 % lo emplea el transporte, principalmente el privado. Considerando el consumo energético global, las prácticas actuales de eficiencia y el compromiso de la ciudad con la sostenibilidad, Bilbao es la ciudad más eficiente en cuanto al consumo de energía de España, seguida muy de cerca por Zaragoza.
Las grandes ciudades como Madrid y Barcelona median la lista, demostrando que el tamaño tiene poco que ver con la eficiencia energética. Gijón y Valencia son las que tiene peores índices, debido en gran parte a los elevados costes de la calefacción doméstica y a las limitadas opciones de transporte público. Al igual que en muchas ciudades de todo el mundo, los habitantes de los centros urbanos españoles tienen el potencial de mejorar dramáticamente la eficiencia energética en sus hogares y en el transporte. En viviendas y apartamentos antiguos, unas modestas mejoras de los equipos que consumen más energía pueden generar un ahorro de hasta el 40%.
A medida que las nuevas generaciones aumentan los índices de población de los centros urbanos españoles, las autoridades locales y regionales, deben priorizar la reducción del consumo total de energía, mediante políticas integrales que incentiven a los residentes y las empresas a invertir en viviendas, operaciones y modos de transporte eficientes, desde el punto de vista energético. Trabajando con expertos en tecnología, empresas energéticas y la industria automotriz, los responsables de la política urbana pueden desarrollar iniciativas de ciudades inteligentes, que garanticen que España se convierta en un líder en eficiencia energética urbana.