El Mar Mediterráneo es uno de los
mares más contaminados de todo el mundo. Según el informe “Una trampa de
plástico. Liberando el plástico del Mediterráneo” de WWF, el plástico representa el 95% de los residuos que flotan en el Mar
Mediterráneo, un nivel de contaminación grave que amenaza a las especies
marinas protegidas, como las tortugas marinas y las focas monje, e incluso tienen
consecuencias perjudiciales para las propias personas cuando se sigue la cadena
alimentaria. Pero son los microplásticos -micropartículas de este material que
se han ido generando debido a la erosión marina y la luz solar- los que alcanzan
el récord: hasta 1,25 millones de fragmentos por kilómetro en el Mediterráneo.
España es, en parte, responsable
de esta situación. Según el informe de la ONG, es el segundo país, después de
Turquía, que vierte más restos de este material tan contaminante para el
entorno y es el cuarto de la Unión Europea que más plástico consume. Además, en países como estos o Italia o Francia, los turistas aumentan un
40% la basura marina cada verano.
¿Qué podemos hacer para revertir esta situación?