El último informe de la ONG Ecologistas en Acción sobre calidad del aire, que recopila información de 800 estaciones meteorológicas distribuidas por el territorio nacional, revela otro dato alarmante sobre la situación en la que se encuentra actualmente España: 45 millones de españoles, es decir, el 97% de la población, respira aire contaminado.
Esta tendencia no sólo augura consecuencias
perjudiciales para la Tierra ya que, al aumentar las emisiones de gases
contaminantes en la atmosfera, poco a poco se está agrandando el agujero de la
capa de ozono y, en consecuencia, se incrementa la temperatura global del
planeta. También la contaminación atmosférica química -provocada,
principalmente, por el trágico rodado en las áreas urbanas- ha ocasionado en
2018 hasta 30.000 muertes por afecciones derivadas de la polución según señala el
mismo informe y, en paralelo, supone un gasto sanitario creciente para atender
a millones de personas que enferman anualmente. Según datos del Banco Mundial,
los costes sanitarios derivados de la contaminación representan 50.000 millones
de dólares al año.
Días después de que estos datos salieran
a la luz, la ministra de Sanidad en funciones, María Luisa Carcedo, ha
anunciado que presentará un Plan Nacional de Salud y Medioambiente en la
próxima Cumbre del Clima (COP25) que se celebrará en Chile en septiembre. El
propósito de este plan es establecer las líneas de intervención sobre los
principales factores ambientales que influyen en la salud. Una buena iniciativa
para trazar una actuación estratégica ante una problemática acuciante.
Esperemos que este plan vaya a la causa de la enfermedad y no a paliar los
síntomas de la misma. Nunca mejor dicho: el planeta está enfermando y nosotros también
con él.