El confinamiento domiciliario mundial ante la COVID-19 y el
parón de la economía mundial, con las emisiones aparejadas a los procesos de
producción, no han sido suficiente para reducir la acumulación de gases de efecto
invernadero en la atmosfera ni rebajar la curva ascendente de emisiones.
Así lo han afirmado desde la Organización Meteorológica Mundial (OMM), una entidad, vinculada a la ONU, que informa sobre la evolución de los tres principales gases de efecto invernadero: dióxido de carbono, metano y óxido nitroso.
En su última comparecencia, la organización señala que, a
falta de nuevas restricciones que se implementen en el cierre de 2020, las
emisiones de dióxido de carbono expulsadas por las personas se pueden haber
reducido hasta un 7,5% este 2020. Sin embargo, “a escala mundial, una reducción
de las emisiones de esa magnitud no permitirá reducir la concentración de
dióxido de carbono atmosférico”.
De hecho, en 2019 hemos llegado a una concentración de CO2 “alarmante”
de 410 partes por millón, con respecto a las 400 partes por millón registradas
en 2015. El boletín de la OMM explica que es necesario que las emisiones que
nacen de la quema de los combustibles fósiles estén casi en 0 para poder reducir
la concentración en la atmósfera de este gas de efecto invernadero. La
inversión decidida en energías renovables sería, según la entidad, una de las
principales vías para poder llegar a estos niveles.