El mecenazgo no es sólo una vía de financiación alternativa a los cauces convencionales. También puede convertirse en una fórmula de involucración social y participación ciudadana en torno a una problemática latente que afecta al entorno más próximo.
El Ayuntamiento de Calpe, el
municipio alicantino que se encuentra en el litoral mediterráneo, así lo
considera. Hace ya cinco años, el consistorio modificó la ordenanza municipal
de protección del medio ambiente para introducir el mecenazgo verde, una
iniciativa que da la opción a la ciudadanía de ceder una cantidad de especies
vegetales para su uso público sin estar obligada a ello. La persona que quiera
talar un árbol en suelo urbano puede donar al Ayuntamiento, como compensación,
tres ejemplares de determinadas especies propias del entorno, adaptadas al
clima y al régimen hídrico. Con todo, se consigue crear una reserva de
ejemplares en el vivero municipal que serán replantados en determinadas zonas
del municipio.
La iniciativa de mecenazgo verde
valenciana ha dado sus frutos: el pasado año, los vecinos del municipio donaron
un total de 420 árboles.
Este hecho demuestra una creciente
sensibilidad medioambiental entre la sociedad y la buena respuesta que confiere
si se le facilita medios idóneos que, como el micromecenazgo, buscan ofrecer
soluciones que compensen el impacto del ser humano sobre el entorno fomentando,
a su vez, el compromiso con nuestro planeta. Porque la tierra es de todos y no
podemos seguir destruyéndola.