El 90% de la población mundial respira aire con una calidad por
debajo de los estándares recomendados en las Guías de Calidad del Aire de la
Organización Mundial de la Salud (OMS). Y este aire contaminado tiene
consecuencias perjudiciales no sólo para el planeta sino también para la salud
pública. La misma OMS estima que al año se producen siete millones de muertes
prematuras debido a la contaminación del aire.
En 2018, España contabilizó 38.690 muertes prematuras situándose
como el sexto país de la Unión Europea con mayor número de defunciones, como
apunta el último informe anual sobre la calidad del aire de la Agencia Europea
de Medio Ambiente. Para revertir esta situación, el Instituto de Derecho y
Medio Ambiente ha reclamado, como uno de los objetivos que deberían tenerse en
consideración en el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima, que se establezca
2025 como la fecha límite para poner fin a la producción de energía a través
del carbón. Además de cumplir el Acuerdo de París contra el cambio climático,
esta medida supondría un paso más para alcanzar los estándares de calidad del
aire recomendados.